Yo culpable...
Culpable de seguir tu rastro...
Culpable de no serme fiel....
Culpable por no quererme...
Como puede mi corazón aguantar tanto....
Tic- Tac..., replica una y otra vez, y cada pálpito es punzante, quejumbroso,
como un viejo reloj cuyas manecillas intentan avanzar pero ya no pueden...
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