Duendes...
Apagándome con mis deseos, de nuevo enciendo mi mente y con las horas la utilidad de los sueños se evapora y, vuelvo a desear sumergirme en ellos, arrastrándote hacia mí.
Siento como mi pecho se resquebraja desmesuradamente, agotado por el calor que desprende tu recuerdo.
La agónica tarde atrae a los duendes de la memoria, inventado motivos para no hallarte, pero es inútil, aún sigues ahí, mirándome eternamente, perforando mi cerebro...
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