miércoles, 20 de marzo de 2013

Mi querido abuelo...

Según dice mi padre, a mi abuelo José la calma le caracterizaba, hombre de pocas palabras pero intensamente sabio. Acostumbraba a observar antes de hacer un juicio de valor y, cuando aportaba su saber en una conversación el resto de los interlocutores callaban a la espera de recibir una buena lección. A mi abuelo José no le dominaban las prisas, con su andar algo pesado pero firme desprendía ternura a raudales. Sus ojos, tan azules como el más azul de los cielos, cautivaban tanto a grandes como a pequeños y su hermoso bigote blanco, siempre acicalado, denotaba su deseo de estar bien presentable en todo momento. A mi abuelo José sólo pude disfrutarlo los primeros 6 meses de mi vida y al parecer era la nietita de sus ojos. Una semana antes de morir, vino a casa de mis padres, saludó con su cordialidad imponente a mi madre y charlaron varias horas. Al dirigirse a la puerta de salida se volvió y regresó junto a mi cuna y dijo con una sonrisa de orgullo (según me cuenta mi madre), "cómo se parece esta nieta a su abuelo" y tras esas palabras desapareció para siempre físicamente de mi vida. Os puedo confesar que él siempre ha estado ahí cuidándome y se que algún día nuestras energías volverán a coincidir porque siento un gran respeto y devoción por este gran hombre que únicamente sembró en su vida amor, ternura y comprensión...

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