Como el cristal, así mostraba sus palabras, nítidas, cristalinas, con una dulzura poco inusual y definida en cada uno de los sonidos que emergían de su garganta. Sin embargo, ahogaba los sentimientos más íntimos envolviéndolos en lienzos inacabados, cuyo único espectador era su propio corazón.
La hora del descenso había llegado, tenía que proyectar lo que había guardado durante tanto tiempo y que aún conservaba inmaculado. Se desprendió de sus estigmas mentales y salió a la luz toda su verdad, fue entonces cuando aquel hombre descubrió que había estado recluido en su interior por su propia sombra, anulando toda voluntad durante todos aquellos años. Alzó la vista y la vió, ella seguía esperándole, con una amplia sonrisa, al otro lado....
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